El coaching emocional o cualquier otro tipo de coaching, a diferencia de lo que piensan muchas personas, trabaja las emociones. Existe una creencia generalizada de que el coaching es sólo para temas profesionales, pero no es así. Y aunque fuera así, ¿acaso no están presentes nuestras emociones en lo profesional?
Pero antes de entrar en el coaching emocional, déjame contarte una historia …
Quién hizo el planeta (llámale Dios, Big Ban, Buda, Universo…) hizo a las personas perfectas en cuanto a funcionamiento físico y luego pensó ¿ahora cómo hago que hagan cosas?.
Necesito que interactúen entre ellas para reproducirse, necesito que se quieran para que hagan cosas conjuntamente, necesito que se asusten para que no mueran temprano. En definitiva, necesito que “¡se muevan!” ¡Ya lo tengo! Les voy a poner emociones. Serán sensaciones distintas y cada una de ellas les hará hacer cosas distintas.
¿Qué se hace en las sesiones de coaching emocional?
En las sesiones de coaching emocional, las personas llegan diciendo que quieren “eliminar el miedo”, “no sentir miedo”, “no sentir enfado”, “destruir el bloqueo”, “eliminar la tristeza… intentamos escapar de las emociones que no nos hacen sentir bien.
Pero la solución no pasa por ahí, la solución pasa por recoger el mensaje que nos traen las emociones. Ellas son mensajeras y tienen información para nosotros. Cuando aprendemos a descifrar esa información y a usarla, automáticamente la emoción trasciende y da paso a otra emoción.
En las sesiones de coaching emocional, si nos encontramos con una emoción potente que está obstaculizando el camino al cliente hacia sus objetivos, lo que hacemos es darle especio, recogerla, trabajarla. Hundirnos en ella.
Ejemplo de un ejercicio que realizamos en las sesiones de coaching emocional
Este ejercicio que realizo en mis sesiones de coaching online emocional se llama “la silla vacía” y es muy potente. Después de la dinámica, el cliente tiene otra cara. ¿Por qué? Porque ha conseguido darse cuenta de cosas que no veía antes.
¿En qué consiste la silla vacía?
Se ponen 2 sillas, en una se sienta el cliente/a y en la otra la emoción (representada por un objeto elegido por el cliente). En esa sentada, el cliente y la emoción tienen una conversación cara a cara. El cliente expresa cómo se siente, pide y se compromete con la emoción. Y la emoción hace lo mismo.
El cliente va cambiando de silla, pues a veces es el/ella misma y otras veces se pone en el papel de la emoción. De esta forma, puede proyectar y verse desde fuera. También, puede entender la emoción desde otro punto de vista y obtener información antes oculta para el/ella. Información muy valiosa que le ayudará en sus próximos pasos de vida. Todo, gracias a una sesión de coaching emocional (u otro tipo de coaching).
Hay clientes que al principio se quedan un poco parados “¿cómo voy a hablar con un cojín?”. Pero gracias a un ejercicio previo de relajación y también gracias a la confianza que el coach tiene en el cliente (él/ella es capaz), fácilmente entra dentro de la dinámica y consigue conectar y olvidarse de “hacer el ridículo”.
Este ejercicio de la silla vacía, se puede realizar tanto con emociones como con personas.
¿En qué situaciones me puede ayudar el coaching emocional?
Como te he comentado al principio del post, en todas las sesiones de coaching que realizo, trabajamos emociones. Porque en todas las situaciones de la vida, están presentes las emociones. Sino seríamos robots. Las situaciones más habituales que trabajamos en las sesiones de coaching:
- No sé qué quiero hacer con mi vida profesional, me siento bloqueada.
- Me da vergüenza hablar en público, me hago pequeño e inseguro.
- No confío en mi misma. No creo en mí.
- Me cuesta gestionar mis emociones y reacciono de formas que no me gustan.
- Me siento desmotivado en general, necesito más motivación.
¿Te ha servido este post? Si sigues teniendo dudas sobre el coaching emocional o quieres probar una sesión de coaching conmigo, escríbeme sin compromiso. Juntos/as caminaremos hacia tus objetivos personales y profesionales.
Gracias,
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